Un día más, ves la televisión, hojeas revistas de moda o curioseas en redes sociales, y ves personas con piel “perfecta”, sin rastro alguno de granos ni puntos negros. Haces zoom, amplías la imagen de lo que ves en busca de alguna imperfección que te haga conectar con lo que sientes.
En un mundo lleno de filtros de belleza, las redes no son el mejor lugar para buscar respuestas. Porque el acné no es nada del otro mundo, ni algo malo, pero tendemos a ocultarlo bajo maquillaje y editores de fotos.
El acné aparece en cualquier etapa de la vida y lo hace de muchas formas distintas, pero en cada una de ellas hay un elemento común: el acné no define quién eres.
Índice de contenidos
Tipos de acné: una guía básica
Cierra los ojos e imagina a alguien con acné, ¿qué ves? ¿Pequeños bultos blancos? ¿Puntos negros en la nariz? ¿Una piel roja llena de granos e imperfecciones?
El acné no tiene una única manifestación; es una afección causada por múltiples factores y que se presenta de manera diferente en cada persona. Es por eso que tus lesiones de acné pueden ser muy diferentes a las de tu mejor amiga, hermana o pareja.
Seguro que muchas veces has escuchado el término “brote de acné” para describir diversos tipos de lesiones, pero no siempre es la descripción correcta. No todos los tipos de acné se manifiestan como brotes ni tienen la apariencia a la que estamos acostumbrados.
Vamos a empezar por lo primero, los poros de tu piel se obstruyen (y causan acné) por diversas razones:
- Un exceso en la producción de sebo.
- Bacterias.
- Cambios hormonales.
- Acumulación de células muertas de la piel.
- Pelos enquistados.
Desde los días en los que nuestra piel florece con la pubertad, hasta los momentos en los que nos enfrentamos a los misterios de la vida adulta, el acné se manifestará en muchos momentos de tu vida.
El acné se asocia generalmente a los cambios que experimenta nuestro cuerpo durante la adolescencia, pero nada más lejos de la realidad; los adultos también experimentan acné.
Se clasifica principalmente en 2 grandes grupos: inflamatorio y no inflamatorio. Aunque ambos pueden volverse graves si no se tratan, el acné inflamatorio puede ser potencialmente peligroso y requerir la atención de un dermatólogo. Vamos a entrar en detalle:
Acné no inflamatorio
Este tipo de acné es leve y lo verás cuándo los poros de tu piel estén obstruidos por una acumulación de sebo y células muertas. Es visible, no suele ser doloroso y podemos dividirlo en 2 tipos:
Puntos negros: los verás cuando el poro está obstruido por la acumulación de sebo y células muertas. La parte superior del poro permanece abierta y como resultado vemos ese color negro tan característico.
Spoiler: esto no es por la suciedad, el color se da como resultado de la oxidación de los residuos al entrar en contacto con el aire.
Puntos blancos: los verás cuando el poro se obstruya (de la misma forma que los puntos negros) pero permanezca cerrado. Como consecuencia, aparece un pequeño bulto que sobresale de la piel y que suele ser de color blanco (no ha entrado en contacto con el oxígeno del aire y no se oxida).
Consejo de experto: el acné no inflamatorio es muy tentador de extraer, especialmente porque es muy visible, pero lo mejor es que no lo toques y lo trates con productos específicos para ello.
Acné inflamatorio
El acné inflamatorio se considera un tipo más grave de acné, que produce granos, ya sea en la superficie o en las capas profundas de la piel, y que suele ser doloroso al tacto.
Este tipo de acné, al igual que el acné no inflamatorio, ocurre debido a la acumulación de células muertas de la piel y sebo, pero hay un invitado sorpresa: la adición de bacterias que provoca una infección. Hay 4 tipos diferentes:
1. Pápulas los conocemos como granos y son bultos rojos e inflamados. Cuando el poro se obstruye, la presión se acumula y puede hacer que las paredes del poro se rompan, propagando impurezas alrededor. Tu cuerpo responde a esta ruptura con inflamación, lo que les da la apariencia hinchada y roja.
2. Pústulas: las conocemos como espinillas y son cavidades llenas de pus y con frecuencia, gérmenes microbianos. Si las ves es porque tu sistema inmunológico ha entrado en acción.
¿Puntos blancos o espinillas, sabes distinguirlos? Los puntos blancos no deberían inflamarse y no son dolorosos; las espinillas tienen hinchazón y pueden doler.
3. Nódulos: los nódulos son una forma más severa de acné. Se parecen a las pápulas, pero se forman en las capas más profundas de la piel, donde son complicados de tratar y casi imposibles de explotar. Los nódulos nunca tienen una ”cabeza” como los puntos blancos o las pápulas; tienen un color rojizo y duelen al tocarlos.
4. Quiste: se desarrollan cuando los poros se obstruyen por una combinación de bacterias, células muertas y sebo. Al igual que los nódulos, se encuentran en las capas más profundas de la piel. Sea cual sea su tonalidad, son la forma más grande de acné y duelen al tocarlos.
Consejo de experto: de todos los tipos de acné, los quistes son los que más probabilidades tienen de dejar una cicatriz. Si intentas reventarlos, puedes propagar la infección y empeorar el proceso de cicatrización. En pocas palabras: tratar de reventarlos sólo empeorará gravemente la situación.
¿Qué tipo de acné voy a tener y qué puedo hacer para tratarlo?
Esto es lo primero que tienes que saber: la piel de cada persona es un mundo, por lo que es difícil determinar si vas a tener acné en algún momento de tu vida o, aún más, qué tipo tendrás.
El acné dependerá de la respuesta individual de cada persona a los cambios hormonales y al entorno que le rodea. Para identificar tu tipo de acné y conseguir un diagnóstico preciso, tendrás que acudir a tu médico de confianza. Sin embargo, hay algunas cosas que puedes hacer para mejorar el estado de tu piel en general y prevenir futuros brotes de acné:
- Establece una rutina (te desvelaremos a continuación los ingredientes perfectos).
- Aprende a controlar y canalizar el estrés a través del ejercicio o la meditación (el estrés puede liberar cortisol y hacer que tu piel produzca más sebo).
- Bebe agua para mantener a tu piel hidratada (los cambios internos se reflejan en el exterior, cuida tu cuerpo).
- Usa fotoprotección solar a diario (para prevenir el daño causado por los radicales libres y no empeorar los granos ocasionales).
- Consulta a un dermatólogo si tienes dudas o inquietudes (están aquí para ayudarte).
Hoy tengo 33 (uf, qué mayor, lo sé) y te confieso que me siguen saliendo granos. Eso sí, aparecen de manera espaciada en el tiempo, pero tardan en desaparecer. – Carta abierta a mis granos
Acné hormonal
El acné se forma principalmente por procesos que ocurren dentro de nuestro cuerpo y que están fuera de nuestro control, por eso en muchas ocasiones no podremos detener su aparición al completo. Un ejemplo de ello son los cambios hormonales, que estarán presentes toda nuestra vida.
El acné hormonal afecta a personas de todas las edades: adolescentes, mujeres, hombres e incluso niños.
- En las mujeres: algunas de ellas son más sensibles a la testosterona presente en el organismo. Así que, cuando los niveles de otra hormona, el estrógeno, bajan —ya sea porque estás en ‘’esos días’’, estás embarazada o estás pasando por la menopausia—, la testosterona aprovecha la ocasión y surge el acné hormonal.
- En los hombres: el aumento de la testosterona produce más sebo y puede aparecer acné inflamatorio.
- En los adolescentes: las hormonas se revolucionan porque el cuerpo está cambiando y madurando; la aparición brusca de testosterona favorece la aparición del acné.
Consejo de experto: el acné evoluciona de manera paralela a los cambios en tu cuerpo. Al cuidarlo y elegir la rutina de productos adecuada, podrás reducir de manera significativa su aparición.
Es hora de pasar a la acción
La regla de oro para tratar granos y espinillas es tener paciencia (y constancia). Aunque algunos tratamientos específicos pueden mostrar resultados rápidos, en muchos casos, la mejoría no se aprecia hasta pasados unos meses.
También tienes que tener cuidado sobre los productos que eliges para tratar estas imperfecciones o el remedio podría ser peor que la enfermedad. Vamos a ver los ingredientes estrella:
Para el acné no inflamatorio
La clave está en mantener los poros a raya con un equilibrio entre limpieza y exfoliación.
- Niacinamida: ayuda a reducir la apariencia de los poros y a equilibrar la producción de sebo. Búscala en sérums o limpiadores.
- Ácido salicílico: exfolia de manera natural la piel, eliminando las células muertas que provocan puntos negros y blancos. Búscalo en limpiadores, tónicos o exfoliantes.
Para el acné inflamatorio
La clave está en seguir una rutina de cuidado de la piel efectiva con tratamientos específicos (en caso necesario).
- Peróxido de benzoilo: ayuda a matar las bacterias que causan el acné y reduce la inflamación. Su uso debe ser indicado por un médico.
- Ácido glicólico: exfoliante químico que ayuda a eliminar las células muertas de la piel y destapar los poros.
- Ácido hialurónico: ideal para mantener la piel hidratada, especialmente cuando se está utilizando algún tratamiento para el acné, ya que estos pueden resecar la piel.
Recuerda: ante cualquier molestia o duda que te surja respecto a tu piel, lo mejor será que consultes a un dermatólogo para recibir tratamientos y consejos personalizados.
Ahora que conoces los diferentes tipos de acné y puedes identificar los procesos que ocurren en tu piel, ha llegado el momento de dejar de preocuparte por los granos ocasionales. ¿Has tenido alguna experiencia con el acné? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!