Oviedo, 7 de julio de 1991. Desde ese día —aunque nadie pudiera imaginarlo todavía— el futuro de Alex Avello ya parecía escrito con la tinta salada del Cantábrico.
Oviedo, 7 de julio de 1991. Desde ese día —aunque nadie pudiera imaginarlo todavía— el futuro de Alex Avello ya parecía escrito con la tinta salada del Cantábrico.